jueves, 30 de agosto de 2012



La vida no es más que un interminable ensayo de una obra que jamás se estrenará.






El vacío lo podemos entender como nada y como todo. Puedes llenar el vacío o que el vacío te llene a ti. Y debo informaros que por desgracia aún sigue sin cura. Por muchas investigaciones y pruebas que se han hecho al respecto es imposible frenar la plaga.


Da igual la edad que tengas, lo puedes padecer. Cuando eres muy pequeño, lo sentirás como un leve resfriado y conforme vayas creciendo te comenzará a afectar más y a sufrir más.

Quizás os preguntaréis qué se siente, pocos son capaces de describir con la suficiente destreza para hacer comprender de la gravedad del asunto. Yo lo voy a intentar. Se siente una presión en el pecho que te corta la respiración, que te duele el pecho, eso es el vacío que esta abriéndose paso y te desgarra allá por dónde va. Después comienza esa amarga sensación de que algo falla y no sabes ni qué es, ni cómo arreglarlo... Eso es cuando el vacío no solo está dentro de ti, sino es capaz de manejarte. Y entonces llega, llega ese constante caminito de agua que brota de tus ojos y que no puedes parar.  Porque ojalá pudieras.
No os asustéis, no dura eternamente. Durante un tiempo seguirás sintiendo molestias intermitentemente, pero llegarás a pasarlo. Y vivirás para contarlo. Es posible que se repita, porque una vez conocido es imposible de olvidar. Pero siguiendo los consejos básicos del doctor, podrás remitir los síntomas. Sol y azúcar por partes iguales.

Si alguna vez desea volver a padecerlo... Suerte.


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